INICIACION Y “SACRAMENTO”. (I)
“Cuéntame cómo paso...”
En nuestro occidente
judío cristiano o judío mahometano, imperan las leyendas y las
concepciones filosóficas de origen “caldeo” traídas a través de las migraciones, hasta donde se fraguo el origen de la civilización
occidental: la costa mediterránea. Allí convivían en sus gloriosos finales
algunos, en sus principios otros, los
pueblos que más influencia tendrían en la formación de la cultura de la civilización occidental actual.
Egipcios, griegos, fenicios, africanos,
italianos, iberos, galos…
innumerables grupos humanos que, aun hoy día reclaman a los modernos
estados (o imperios) sus
“identidades”. Podemos admitir que no es
lo mismo, ser hoy día, alemán que español… ¿Pero será que NO es lo mismo ser
catalán que gallego? Un buen punto de reflexión para comenzar a aprender que
fue lo que sucedió hace casi alrededor de 2 mil años… ¡algunos centenares de
años, más o menos!
Antiguamente no existían 'pasaportes' ni 'documentos de
identidad'....
Las personas eran quienes decían ser, por lo que hacían y de donde eran y por
quienes habían sido sus padres y si era posible, los primeros antepasados, aquellos que
invariablemente habían sido engendrado
por “dioses”. Así los hombres se organizaban en grupos familiares (gens), en
tribus, en polis, en estados, en reinos, en imperios…
Y su factor de “aglutinación”, aparte de los idiomas dominantes o de los líderes
poderosos, eran sus Dioses. Los dioses, las tradiciones y leyendas
de la formación del mundo, del hombre, de sus clanes o tribus o imperios, eran
determinantes para declarar tu “nacionalidad”.
Y si una familia griega quería hacer una mudanza como mandaba “la ley y
la costumbre”, debía llevarse los huesos y las cenizas de todos sus antepasados o corría el riesgo de perder su 'identidad'!
Porque esos antepasados, descendientes de los dioses, eran sus “comienzos”, su
“partida de nacimiento”, lo que es para
nosotros los hombres modernos. Era trágico para un hombre como aquellos morir
lejos de “su tierra” y no tener un
“túmulo” en su casa o muy cerca. Podemos
caer en el chiste fácil de los senadores o poderosos romanos haciendo de su tía
o madre un dios, con su templo y toda la parafernalia correspondiente y afirmar que todo esto no era sino una forma
de acentuar su poder sobre los “que no
tenían antepasados”… ¡Pura arrogancia moderna!
Que nosotros no tengamos un mínimo de “fe”, no significa que todos
aquellos hombres fueran iguales y pensaran igual a nosotros, los actuales y
“positivistas” hombres 'científicos'...!
El cambio radical se produjo en el momento justo en que
nació “el mono 101”. ¡O tal vez sea mejor decir
“el romano 101”! Haciendo eco
de aquella teoría que se llama “El Mono
101”, pues sucedió que inexplicablemente hasta el día de hoy, los monos
de ciertas islas del Pacifico aprendían a hacer lo mismo que sus vecinos de
otras islas sin tener ningún contacto físico aparente o comprobadamente virtual (¡nunca se pudo probar que tenían teléfonos u
ordenadores!).
Los observadores les daban a los monos patatas sucias de tierra
como alimento. Así que los monos de la
primera isla aprendieron a lavarlas antes de comerlas; primero fue uno solo el
que lo hizo, luego algún otro de su grupo lo imito y así al final, todo la
tribu de aquella primera isla aprendió y
… curiosamente ... se extendió la idea al
mismo tiempos en todas las islas! La
observación del fenómeno determino que,
cuando un “mínimo de monos” (de
ahí la expresión “el mono 101”) de la
primera isla comenzó a lavar sus patatas, todos los monos de las demás
islas vecinas, lavaron las suyas sin haber tenido que “descubrirlo” por la experiencia. Surgió la “inspiración”, “intuición”,
“percepción” o ¡como queramos llamarlo!
Pero el hecho (autentico o mera leyenda) , sentó las bases intelectuales para llevar en serio la
teoría del jesuita francés Pierre Teilhard de Chardin (siguiendo las ideas del ruso Vernadsky, tal vez) , que en los años
50’ del milenio pasado, teorizó sobre la existencia de una especie de “internet”
de las 'mentes inferiores' (ya definiremos esta expresión) a la que
llamo “noosfera”, en su libro “El Fenómeno Humano”.
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